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¿Porqué un sistema para MONITORIZAr LA experiencia deL usuario?

En el mundo de IT se suelen utilizar sistemas de monitorización enfocados en medir el estado de la red. Estos sistemas miden miles de variables diferentes, pero todas ellas relativas a la electrónica de red instalada, como por ejemplo UPtime, uso de CPU, de memoria, BW consumido, número de conexiones, etc. Todos los fabricantes permiten interrogar a sus equipos utilizando el protocolo SNMP y generalmente cuentan con herramientas propias de monitorización y visualización de la red.

Pero, ¿qué indican estas métricas del funcionamiento real de la red? Con los sistemas tradicionales medimos el estado o funcionamiento de cada equipo de la red, pero no podemos saber de forma precisa cómo está funcionando una conexión que se establece a través de varios de esos equipos en su conjunto.

Sabemos que un uso de CPU alto o un status DOWN en uno de los equipos puede afectar a una conexión, pero no sabemos cómo. Un equipo puede estar DOWN o con un uso de CPU elevado, pero puede tener un backup activo o una ruta redundante, por lo que la conexión del usuario no se verá afectada. Por contra solemos dar por hecho que si los parámetros relativos al estado de la red son correctos, la conectividad será correcta, pero tampoco es así, ya que hay muchos otros factores que afectan al funcionamiento de un servicio y que, o no es posible monitorizar o no son visibles desde la red.

Así por ejemplo, un punto de acceso WiFi puede escanear el entorno inalámbrico y mostrarnos su estado desde el punto donde está instalado, pero generalmente su ubicación dista bastantes metros del punto donde los clientes se conectan a la red WiFi. Por tanto la visión que nos aporta el punto de acceso no será la misma que existe en la ubicación del usuario y que es la que realmente más afecta a su funcionamiento.

En muchas ocasiones habremos experimentado la queja de un usuario o cliente indicando un fallo en su conexión, mientras que los sistemas de monitorización indican que todo está bien. ¿Como podemos saber en este caso dónde está el problema? Usando un sensor de conectividad podremos conocer la calidad de la conexión en un punto y acceder a su histórico de varios meses, y de esa forma conocer horas, lugares, tendencias y patrones de fallo para poder comparar con la información aportada por el sistema de monitorización de red y así facilitar la depuración del problema.

Gracias al uso de sensores de conectividad, es posible reducir el tiempo de diagnóstico y resolución de una incidencia en más de un 70%, al aportarnos información adicional, que resulta trascendente en aquellos casos en que el sistema de monitorización de red tradicional no puede aportar una respuesta clara. Pero además, al monitorizar la calidad de la conectividad podemos detectar una degradación del servicio antes del fallo total del sistema y por tanto actuar proactivamente, mejorando la disponibilidad de la red y la experiencia del usuario.

Además, el análisis mediante sensores de tendencias y patrones de funcionamiento en redes sobre las que se prestan servicios de conectividad, nos aporta una visión fundamental en la toma de decisiones estructurales, ya que al permitirnos conocer la capacidad real de nuestra red, podemos identificar sus necesidades y carencias, y planificar y dimensionar adecuadamente nuestros recursos de IT.



más recetas mágicas para MEJORAR la conexión wifi

Ya sabemos de la creciente importancia del Wifi en nuestras vidas. Lo que era una tecnología usada para conectarnos a Internet desde nuestros smartphones y tablets de forma sencilla, ahora es usada en nuestro hogar o nuestra empresa por cientos de dispositivos para conectarse a la red e intercambiar información, proporcionándonos multitud de servicios y facilidades en la nube.

Y a medida que crece su uso, crece la importancia de mantener un WiFi en perfecto funcionamiento, por lo que cada semana vemos un nuevo artículo o vídeo con consejos para mejorar la conexión a la red inalámbrica y fórmulas mágicas para multiplicar la potencia de nuestro router.

Estos artículos intentan dar solución rápida y fácil a problemas domésticos, pero ahora que el WiFi ha crecido hasta convertir cualquier hogar en una "pequeña empresa" con decenas de dispositivos conectados, las soluciones ya no pueden quedarse en comprar un WiFi extender o cambiar el canal de radio de nuestro router.

Los proveedores de Internet y fabricantes de hardware en general intentan que la tarea de configuración de sus routers sea sencilla, proporcionándonos portales de administración, foros y manuales, lo que ha hecho que nos creamos capaces de solucionar fácilmente cualquier problema con nuestro WiFi y no tengamos necesidad de utilizar su servicio de asistencia técnica.

Pero la complejidad del WiFi ha crecido, y las redes domésticas han de ser tratadas como hasta ahora lo eran las redes empresariales o profesionales. Podríamos dedicar cientos de artículos sólo para explicar el WiFi a la profundidad mínima necesaria para entender y mejorar su funcionamiento de una forma efectiva, pero en su lugar expondremos brevemente una ideas que vienen a dudar de ciertas creencias ampliamente extendidas sobre el WiFi:

1- No se puede aumentar la potencia de un router hasta el infinito. La potencia de emisión de un router o punto de acceso inalámbrico está regulada por ley, y en cada país rigen una normas de potencia máxima de emisión (EIRP). Los equipos vienen limitados de fábrica para no poder emitir nunca por encima de la potencia máxima. De todas formas:

2 - Aumentar la potencia no sirve de nada. La comunicación Wifi es bidireccional entre nuestro router y nuestro dispositivo móvil. De nada sirve tener un router super potente, ya que los dispositivos móviles siempre emitirán con mucha menor potencia para ahorrar batería, por lo que si están demasiado alejados no podrán ser "escuchados" correctamente por el router.

3- La velocidad de nuestra red WiFi depende de nuestros vecinos, y no hablamos de que estén pirateando nuestra red. Las frecuencias utilizadas por el WiFi son abiertas, lo que significa que los routers vecinos pueden usar la misma frecuencia que el nuestro. Esto es muy habitual que ocurra, ya que los canales son limitados. Que dos equipos cercanos usen el mismo canal hace que el ancho de banda de este canal se comparta entre ambos, además de crearse colisiones que dificultan la comunicación.

4 - El fabricante y la tecnología no lo son todo. Existen routers muy caros y con diseños modernistas pero al final usan las mismas frecuencias y tecnologías que los más sencillos. Aunque pueden incluir funcionalidades capaces de mejorar su rendimiento, es necesario que tengan un hardware potente para poder soportarlas. En cualquier caso hay que saber utilizar y configurar adecuadamente todas estas funcionalidades, un router por sí mismo no hace magia.

5 - Más velocidad no significa más rápido. Por muchos megas que contratemos y por muy altas que sean las tasas de transferencia que soporte nuestro nuevo router, cuando varios dispositivos transmiten simultáneamente se crean colisiones y picos de carga en la red que pueden crear "cuellos de botella" en la salida a Internet. Para un correcto funcionamiento es necesario utilizar un hardware adecuado y priorizar las conexiones más críticas.

6 - Todo comienza con un diseño adecuado. Si hemos de recurrir a equipos adicionales o cambios de configuración para mejorar el funcionamiento de nuestro WiFi, es posible que no hayamos planteado bien nuestra red desde un primer momento o que simplemente nuestra red se haya quedado pequeña. Quizá sea la hora de replantear todo y empezar desde 0.